jueves, 2 de junio de 2011

A finales de Agosto del 1835, el New York Sun, un periódico serio, asombró a sus lectores con una serie de artículos, serios, sobre unos hallazgos llevados a cabo gracias al uso de un novedoso telescopio por John Herschel, uno de los astrónomos más famosos de la época. Los primeros descubrimientos eran apasionantes, pero el último parecía casi increíble: la Luna estaba habitada por una tribu de hombres-murciélago.
El primer artículo de la serie fue publicado el 25 de Agosto en la página dos, bajo el título de “Descubrimientos Celestiales”. Un fragmento del cual decía: “Acabamos de saber gracias a un eminente editor de esta ciudad que Sir John Herschel en el cabo de Buena Esperanza, ha realizado unos descubrimientos astronómicos maravillosos, mediante el uso de un inmenso telescopio que funciona gracias a un principio totalmente nuevo”.
Según el artículo, Herschel había ido a Sudáfrica en Enero de 1834, y había instalado un observatorio en la Ciudad del Cabo. Tres columnas de la primera página del Sun contenían una historia extraída del Edinburgh Journal of Science. El artículo estaba firmado por un supuesto doctor llamado Andrew Grant, un supuesto colega de Herschel, y explicaba los avances técnicos que incorporaba el nuevo telescopio.
Los artículos del 26 y 27 ya describían lo que Sir John había sido capaz de ver mientras miraba la Luna a través de su telescopio. Los artículos ofrecía fascinantes descripciones de la topografía lunar que incluía vastos bosques, cráteres, grandes lagos, océanos y playas. Los lectores podían también conocer que manadas de bisontes pastaban por las llanuras de la Luna, que unicornios azules se paseaban por sus cumbres o que unas criaturas anfibias de forma esférica rodaban por sus playas. La fauna lunar no sólo se limitaba a estas criaturas, también contaba con pelicanos, cangrejos, cebras,… En total había contabilizado hasta 9 especies de mamíferos.
Para entonces, toda la ciudad hablaba de estos descubrimientos, pero aún quedaba la revelación final, que aparecería el día 28, el descubrimiento de una tribu primitiva de humanoides peludos y con alas que vivían en perfecta harmonía en torno a un templo de tejado dorado. Herschel los llamaría “vespertilio-homo”, hombre murciélago. En números posteriores se fueron ofreciendo más detalles de este Templo Lunar, construido de zafiro y cuyo tejado era aguantado por columnas de 21 metros de altura. También se puedo conocer que estos “batman” vivían en cabañas, más altas y mejor construidas que las de muchas tribus humanas “salvajes”, y que conocían el fuego.
En el momento que el interés de los lectores había llegado a máximos, el Sun tuvo que informar que desgraciadamente el telescopio de los “milagros” en un descuido se había dejado orientado al Sol y los rayos solares concentrados por las lentes habían quemado un círculo de siete metros y medio en el suelo del observatorio dejándolo inservible.
El New York Sun, fundado en 1833, era uno de los periódicos de “prensa a un penique”, que pretendían atraer más lectores con un precio más barato y un estilo periodístico más narrativo. El día del primer artículo de la serie su tirada fue de 15.000 ejemplares y el día que apareció la noticia del descubrimiento de los hombres-murciélago llegó a los 19.360 ejemplares. En aquellos momentos el New York Sun podía presumir de ser periódico con la tirada más grande del mundo entero.
Los periódicos rivales estaban desesperados. Muchos de ellos fingieron haber obtenido una copia de los artículos originales y también hablaban de la historia, aunque realmente reimprimían los artículos de el Sun. Otros por el contrario eran abiertamente escépticos sobre la cuestión. En un artículo publicado del 29 de Agosto en el New York Commercial Advertiser, el articulista se preguntaba cómo alguien con sentido común podía creer que una historia así, con “preparativos que duraron años – una lente de más de 7 metros de diámetro – un donativo de 10.000 libras hecho por el Rey”, podía haber pasado desapercibida a los diarios británicos.
Aunque se tardaría varias semanas en descubrirlo, el tiempo acabó dando la razón a los escépticos, pese a tratarse de una historia sensacional, era totalmente falsa. Herschel ni había observado vida sobre la Luna ni había llevado a cabo ninguno de los avances técnicos que se le atribuían en el artículo. De hecho, Herschel no se enteró de la historia hasta pasado un tiempo, pues, como correctamente afirmaba el artículo, estaba en Ciudad del Cabo, aunque haciendo observaciones astronómicas. Una vez se enteró de la noticia se la tomó con humor, tal vez porque sabía que sus propias observaciones nunca llegarían a ser tan asombrosas. Sin embargo, empezaría a molestarse cuando la gente que creía que la historia era real le empezó a hacer preguntas.
La supuesta fuente de las informaciones, el Edinburgh Journal of Science, de hecho había desaparecido hacía unos años. Y el supuesto autor, Andrew Grant, tampoco existía. Se cree que lo más probable es que el verdadero “inventor” de la historia fuera Richard Adams Locke, un reportero del Sun que había estudiado en la Universidad de Cambridge, aunque él nunca lo admitió públicamente, y siempre se creyó que había otros implicados: el astrónomo francés Jean-Nicolas Nicollet , que estaba de visita en Estados Unidos, y el reportero Lewis Gaylord Clark.
Asumiendo que Locke fuera el autor, lo más probable es que su intención fuera crear una historia sensacionalista para incrementar las ventas del periódico y de paso ridiculizar algunas de las teorías astronómicas más extravagantes que se habían publicado hasta la fecha, en especial las del Reverendo Thomas Dick. Dick, cuyos escritos eran enormemente populares en los Estados Unidos, había calculado en uno de sus best-sellers que el Sistema Solar contenía 21.891.974.404.480 habitantes. Cifra que puede parecer exagerada, pero no lo es tanto si según esos mismos cálculos la Luna ya contaba con una población de 4.200 millones.
En cualquier caso la mayoría de lectores fueron incapaces de reconocer las auténticas intenciones del autor y quedaron cautivados por la historia. Y aunque aún hoy en día hay una se discute si la gente realmente creyó la historia o sólo se la tomó como un apasionante tema de tertulia, numerosos testimonios de la época nos aseguran que la credulidad fue generalizada. Valga como muestra la visita que un comité de científicos de la Universidad de Yale hizo a la redacción del New York Sun con la intención de ver los artículos originales. Y aunque fueron mareados por los empleados del Sun enviándolos de aquí para allá, y fueron incapaces de ver los originales, que no existían, los científicos regresaron a New Haven sin darse cuenta del engaño.
A pesar del intenso debate público que despertó la historia, el Sun jamás admitió públicamente que todo había sido un engaño. El 16 de Septiembre del mismo año, el periódico publicó una columna en la que discutía la posibilidad que la historia fuera mentira, pero no confesó nada. Más bien lo contrario, según decía: “algunos corresponsales no has urgido para que confesemos que todo era una artimaña, pero nosotros no podemos hacer tal cosa, hasta que no tengamos el testimonio de los periódicos ingleses y escoceses para corroborar tal declaración”.
Algunos vieron en esta casi-confesión un intento de humillación de los periódicos rivales, que quedaron en evidencia al haber hecho pasar por propia la información que copiaban de el Sun. La gente en general recibió la noticia positivamente y las ventas del periódico parece ser que no se resintieron.
Años más tarde, el 13 de Abril de 1844, The Sun volvería a llevar a sus páginas otra historia inventada pero presentada como real, “The Balloon-Hoax” , esta vez escrita por Edgar Allan Poe. Este, “bulo del globo”, narraba la historia de un tal Monck Mason que había sido capaz de atravesar el Atlántico a bordo de su globo en tan sólo 3 días. La historia también causó gran revuelo. Gracias a la mezcla de personajes reales con ficticios y una gran cantidad de detalles técnicos que parecían creíbles, Poe consiguió una historia de lo más creíble en una época de fe ciega en el progreso técnico.
El Sun continuó funcionando hasta el 1950, cuando se fusionó con el New York World-Telegram, el periódico resultante aguantó hasta 1967 cuando desapareció definitivamente. Conviene recalcar que durante toda su vida fue considerado un periódico serio, como los otros dos diarios de la ciudad, el New York Times y el New York Herald Tribune, que eso sí fueron más exitosos. The Sun fue el más conservador de los tres en cuanto a ideas políticas.

1 comentario:

  1. Mentiras para subir audiencia,
    menudos reporteros, ridiculizando a Thomas,
    y sus cálculo curiosamente posibles +/-,
    Los relatos de Edgar Allan Poe,
    no los debería usar la prensa, la cual para subir audiencia, a parte de plagio,
    lo atribuyen a un hecho real.
    Esto también son conspiraciones.

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